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Título
Entrevista de Contreras, José C.
Identificador
PHO-Z/1/103
Fecha
Oral History Item Type Metadata
Entrevistado
Contreras, José C.
Edad
86 años
Facción
Zapatista
Fecha de Nacimiento
8 de diciembre de 1889
Grado
General Brigadier
Entrevistador
Yolanda Alemán y Laura Espejel
Location
Tepetlixpa, Edo. Méx.
Tepetlixpa, Estado de México
Duración
09:59 min.
Fecha de entrega
17-Aug-16
Transcripción
ENTREVISTA AL GENERAL BRIGADIER JOSÉ C. CONTRERAS (JC) EN TEPETLIXPA, ESTADO DE MÉXICO EL 24 DE MAYO DE 1975, REALIZADA POR YOLANDA ALEMÁN (YA) Y LAURA ESPEJEL (LE). PHO-Z/1/103, págs. 66-68.
Originario de Tepetlixpa, Estado de México, nació el 8 de diciembre de 1889.
Descarrilamiento del tren en Nepantla, obtiene grado de general.
LE: … ¿entonces nos va a decir usted unos versos de los corridos que le compusieron?
JC: Nada más el de Nepantla.
LE: Ah, el de Nepantla. ¿Así se titulaba el corrido, eh, “Nepantla”?
JC: No se llama... “el día 24 de agosto por fecha en el año ‘16 se atacó Nepantla con mucha braveza y otros puntos a la vez, este es el pueblo más alto con mucha estrategia según por lo que se ve, pobres carranclanes tuvieron su fiesta el día de San Bartolomé, aunque muy sucintamente les narraré acá esta historia, hablando explícitamente lo que traigo en la memoria, ahí el general Tomás García y el jefe José Contreras dejaron la vía libre para que pudieran...”. Quién sabe, ya no me acuerdo. Porque tuve la, tuve la comisión de ese, de ese día, de esa, ése, ese lado me tocó ser de, de cuidar esa avanzada.
LE: La de Nepantla.
JC: Sí, que viene de Cuautla para arriba, ¿verdá?, y me ordenó el general Everardo que atacará yo, que minara yo el primer tren, ¿no?, y pensando yo, sí mino el primer tren se me vienen todos porque venían siete trenes, siete trenes de México alternados con media hora, primero uno, luego otro, luego otro, luego otro, luego otro hasta que fueron los siete y entonces lo que dije, le digo a los muchachos: “¿saben?, desconecten, o no los desconecten”, así el que quede pendiente con la batería, tenía como doscientos metros para arriba, estaba pendiente con el magneto para hacer funcionar la mina, ¿verdá?, ya la mina estaba atravesada en la vía pero pensando de que, de que, este, se nos venían los demás, adivinar qué gente traía mejor no, mejor lo dejamos, “que se pasen, que se pasen, que se pasen”, pasaron, pasó uno, y pasó el otro, “¡cuidado no se les vaya a ir un tiro porque nos descubren aquí!”, pasa el otro, y pasa, venía el otro [min. 20.00] “!ya viene!, ¡ya viene!”, ya eran cinco, ya van seis, “ahora sí, éste sí”, y era un plancito así como de aquí a la... esta carreterita, ¿verdá?, era un plancito y, y la curva así estaba y estaba alta el, el terraplén, pues ahí, “aquí sí, no, no, dígale que no, no vaya, este, a, a... trócenle el alambre que no vaya a, a encender la mina, aquí nomás” y que los atacamos, ¡eran cincuenta los que venían nomás!, y yo tenía trescientos cincuenta hombres, en ´orita los acabamos y que, que mando a sacar la mina, era un tubo acá, tenía cuarenta y ocho dinamitas para volar el tren, bueno y que le digo a los muchachos: “¿quién quiere, quién quiere meter la mina en la caldera?”, dice uno que se llamaba Pablo Álvarez, que es de aquí muy buen compañero mío: “yo mero”, “¡pues ándale!, súbete, agárrale yo te ayudo te subes en el primer, último escalón de arriba para que puedas...” aquí, trai [trae] mi bastón por ái, [interrupción] Y ya lo, lo empujamos hasta aquí y yo me bajé hasta el último de abajo le digo: “¡´ora empújale!”, pero más, más tardamos, si otro poquito nos tardamos, nos, nos mata el fierraje que voló de la caldera, así arriba de, como dos me...como metro y medio, este, se zumbaron los pedazos de fierro de, de la máquina, y ya luego salió como granada la máquina, caliente que venía caliente y con la bomba, y luego que le digo a los muchachos, este, “saquen estopa de los carros de las ruedas y enciendan los carros, ¡pero pronto!, ¡rápido que...!, metan el cerillo y métanle todo, saquen toda la estopa de los carros para que puedan encender pronto, ¡no digo!, sí; luego nos hicimos de cincuenta rifles ahí, y allí ya estaban atacando, ya casi no atacaban bien a bien, estaban nomás normal, normal, un tiro acá, uno... de repente tiraban, de repente no y nosotros pendientes allí“ pus ¿qué pasaría?”, y ya que estaban encendidos los carros ya se venía un tren para querer salir para abajo ¿pero ´ónde?, ya estaba bien quemada la ma... la máquina, bien abierta y los carros ya estaban toditos ya estaban ardiendo y ya no pudieron y que los empezamos a, a tirar, se regresaron otra vez a la estación, el lado de, de arriba de Tlacotitlán se llama un pueblo, todo estaba, taba, este, distruída [destruida] la vía como cinco kilómetros, ¿cuándo salían para arriba?, y ya, este, eran como las once de la mañana cuando ése, ese caso pasó, ¿verdad?, y ya nos quedamos y nos quedamos y nos quedamos sin nada y ya poco yo creo que no trajo gente, bien a bien, si nomás vienen cincuenta aquí, cuando menos vendrían otros cincuenta por ái cada, cada carro pero no, no, se anocheció y todavía estaban algo tiro por aquí y otro por allí y así, “pues ¿qué cosa?”, “nada”, pues ya, este, ya este pasó la noche y no hay nada, “tengan cuidado no vaya a venir un tren, ¿cómo se llama?, loca y nos va a venir a amolar”, “no”, pendiente se prestaba, hasta una loma aquí, y la otra aquí y bien que dominábamos, “no, no hay nada, así ya, allá están los trenes”, ya eran como... ya pasó la media noche y no hay nada, y allí pues ya casi no tiran bien a bien “pues ¿qué pasó?, pues ya se rindieron o qué carambas”, y, este, ya eran las cinco de la mañana cuando oímos que empiezan a silbar las máquinas y empiezan a silbar los silbatos y les digo a los muchachos: “pero este, éste silbatazo no es de maquinista, es ya de cualquiera”, sí, los que estaban de aquel lado atacando no se dieron cuenta que... está una barranca una estación una barranca honda, honda y está un puente y ái se metieron y se fueron toda la barranca y no se dieron cuenta los que estaban atacando que se fueron, cuando amaneció no, no había ninguno, dejaron los trenes.
LE: Se habían escapado.
JC: Sí, sí, pus sí, ya no pudieron pasar ni para atrás ni para adelante, ése fue el triunfo mío y si hago lo que el general me ordenó pues a mí me amuelan porque se me echan encima todos, ¿verdá?
LE: Claro. ¿Y quién le compuso ese corrido?
JC: Un tal, este, poeta, fue poeta de nosotros de la Revolución que andaba a pie de guerra se llamaba, Marciano Silva.
Originario de Tepetlixpa, Estado de México, nació el 8 de diciembre de 1889.
Descarrilamiento del tren en Nepantla, obtiene grado de general.
LE: … ¿entonces nos va a decir usted unos versos de los corridos que le compusieron?
JC: Nada más el de Nepantla.
LE: Ah, el de Nepantla. ¿Así se titulaba el corrido, eh, “Nepantla”?
JC: No se llama... “el día 24 de agosto por fecha en el año ‘16 se atacó Nepantla con mucha braveza y otros puntos a la vez, este es el pueblo más alto con mucha estrategia según por lo que se ve, pobres carranclanes tuvieron su fiesta el día de San Bartolomé, aunque muy sucintamente les narraré acá esta historia, hablando explícitamente lo que traigo en la memoria, ahí el general Tomás García y el jefe José Contreras dejaron la vía libre para que pudieran...”. Quién sabe, ya no me acuerdo. Porque tuve la, tuve la comisión de ese, de ese día, de esa, ése, ese lado me tocó ser de, de cuidar esa avanzada.
LE: La de Nepantla.
JC: Sí, que viene de Cuautla para arriba, ¿verdá?, y me ordenó el general Everardo que atacará yo, que minara yo el primer tren, ¿no?, y pensando yo, sí mino el primer tren se me vienen todos porque venían siete trenes, siete trenes de México alternados con media hora, primero uno, luego otro, luego otro, luego otro, luego otro hasta que fueron los siete y entonces lo que dije, le digo a los muchachos: “¿saben?, desconecten, o no los desconecten”, así el que quede pendiente con la batería, tenía como doscientos metros para arriba, estaba pendiente con el magneto para hacer funcionar la mina, ¿verdá?, ya la mina estaba atravesada en la vía pero pensando de que, de que, este, se nos venían los demás, adivinar qué gente traía mejor no, mejor lo dejamos, “que se pasen, que se pasen, que se pasen”, pasaron, pasó uno, y pasó el otro, “¡cuidado no se les vaya a ir un tiro porque nos descubren aquí!”, pasa el otro, y pasa, venía el otro [min. 20.00] “!ya viene!, ¡ya viene!”, ya eran cinco, ya van seis, “ahora sí, éste sí”, y era un plancito así como de aquí a la... esta carreterita, ¿verdá?, era un plancito y, y la curva así estaba y estaba alta el, el terraplén, pues ahí, “aquí sí, no, no, dígale que no, no vaya, este, a, a... trócenle el alambre que no vaya a, a encender la mina, aquí nomás” y que los atacamos, ¡eran cincuenta los que venían nomás!, y yo tenía trescientos cincuenta hombres, en ´orita los acabamos y que, que mando a sacar la mina, era un tubo acá, tenía cuarenta y ocho dinamitas para volar el tren, bueno y que le digo a los muchachos: “¿quién quiere, quién quiere meter la mina en la caldera?”, dice uno que se llamaba Pablo Álvarez, que es de aquí muy buen compañero mío: “yo mero”, “¡pues ándale!, súbete, agárrale yo te ayudo te subes en el primer, último escalón de arriba para que puedas...” aquí, trai [trae] mi bastón por ái, [interrupción] Y ya lo, lo empujamos hasta aquí y yo me bajé hasta el último de abajo le digo: “¡´ora empújale!”, pero más, más tardamos, si otro poquito nos tardamos, nos, nos mata el fierraje que voló de la caldera, así arriba de, como dos me...como metro y medio, este, se zumbaron los pedazos de fierro de, de la máquina, y ya luego salió como granada la máquina, caliente que venía caliente y con la bomba, y luego que le digo a los muchachos, este, “saquen estopa de los carros de las ruedas y enciendan los carros, ¡pero pronto!, ¡rápido que...!, metan el cerillo y métanle todo, saquen toda la estopa de los carros para que puedan encender pronto, ¡no digo!, sí; luego nos hicimos de cincuenta rifles ahí, y allí ya estaban atacando, ya casi no atacaban bien a bien, estaban nomás normal, normal, un tiro acá, uno... de repente tiraban, de repente no y nosotros pendientes allí“ pus ¿qué pasaría?”, y ya que estaban encendidos los carros ya se venía un tren para querer salir para abajo ¿pero ´ónde?, ya estaba bien quemada la ma... la máquina, bien abierta y los carros ya estaban toditos ya estaban ardiendo y ya no pudieron y que los empezamos a, a tirar, se regresaron otra vez a la estación, el lado de, de arriba de Tlacotitlán se llama un pueblo, todo estaba, taba, este, distruída [destruida] la vía como cinco kilómetros, ¿cuándo salían para arriba?, y ya, este, eran como las once de la mañana cuando ése, ese caso pasó, ¿verdad?, y ya nos quedamos y nos quedamos y nos quedamos sin nada y ya poco yo creo que no trajo gente, bien a bien, si nomás vienen cincuenta aquí, cuando menos vendrían otros cincuenta por ái cada, cada carro pero no, no, se anocheció y todavía estaban algo tiro por aquí y otro por allí y así, “pues ¿qué cosa?”, “nada”, pues ya, este, ya este pasó la noche y no hay nada, “tengan cuidado no vaya a venir un tren, ¿cómo se llama?, loca y nos va a venir a amolar”, “no”, pendiente se prestaba, hasta una loma aquí, y la otra aquí y bien que dominábamos, “no, no hay nada, así ya, allá están los trenes”, ya eran como... ya pasó la media noche y no hay nada, y allí pues ya casi no tiran bien a bien “pues ¿qué pasó?, pues ya se rindieron o qué carambas”, y, este, ya eran las cinco de la mañana cuando oímos que empiezan a silbar las máquinas y empiezan a silbar los silbatos y les digo a los muchachos: “pero este, éste silbatazo no es de maquinista, es ya de cualquiera”, sí, los que estaban de aquel lado atacando no se dieron cuenta que... está una barranca una estación una barranca honda, honda y está un puente y ái se metieron y se fueron toda la barranca y no se dieron cuenta los que estaban atacando que se fueron, cuando amaneció no, no había ninguno, dejaron los trenes.
LE: Se habían escapado.
JC: Sí, sí, pus sí, ya no pudieron pasar ni para atrás ni para adelante, ése fue el triunfo mío y si hago lo que el general me ordenó pues a mí me amuelan porque se me echan encima todos, ¿verdá?
LE: Claro. ¿Y quién le compuso ese corrido?
JC: Un tal, este, poeta, fue poeta de nosotros de la Revolución que andaba a pie de guerra se llamaba, Marciano Silva.
Foto del Entrevistado
No
Colección
Citación
“Entrevista de Contreras, José C.,” Zapata, consulta 21 de noviembre de 2024, https://zapatavive.colmex.mx/items/show/1634.